Hace 13 años la televisión mexicana difundió los primeros testimonios contra Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. El programa que CNI Canal 40 transmitió el 12 de mayo de 1997 escandalizó a funcionarios federales y a prominentes empresarios que conspiraron para asfixiar el proyecto.
A finales de los noventa, los acusadores de Maciel tenían al mundo en su contra. El sacerdote michoacano –protegido del papa Juan Pablo II- era considerado un “santo” por miles de católicos. Los miembros de la congregación y los egresados de su sistema educativo lo defendían ciegamente desde posiciones estratégicas.
La decisión editorial de CNI estuvo sometida a grandes presiones. “Había amenazas directas de dos empresarios, Roberto Servitje, de Bimbo, y Alfonso Romo, metido en ese entonces en cigarreras y en la bolsa, que si se transmitía el programa, habría un boicot publicitario”, explica el periodista Raymundo Riva Palacio. La medida estaba respaldada por Los Pinos.
Canal 40 no se recuperó de ese golpe financiero. Después vino el pleito con TV Azteca y la toma ilegal de sus instalaciones en el Cerro del Chiquihuite. El tiempo dio la razón a quienes arriesgaron su trabajo y su prestigio para denunciar las atrocidades de Maciel. Ciro Gómez Leyva es uno de ellos. Algunos más lo acompañan en el equipo que actualmente da vida a Milenio Televisión.
Aquel 12 de mayo se escucharon voces como la de José Barba. La historia del ex legionario y académico es a la fecha uno de los testimonios más lúcidos y desgarradores sobre el tema. José Barba no niega su fe pero exige justicia. Es uno de los muchos que fueron ignorados y después acusados de locura o perversidad.
Hoy se les considera probables víctimas de un delito. Este es un avance atribuible a los medios. El caso Maciel es tan grave que ningún periódico o noticiero pudo omitirlo. Algunos retrasaron la cobertura y otros insisten en ella, pero ninguno la ignora… incluyendo el semanario que edita la Arquidiócesis.
Ni en sus épocas más sanguinarias y corruptas, la Iglesia Católica había padecido una crisis como esta. Nunca antes se había puesto tan insistentemente en duda la verdadera fuente de su poder: la credibilidad. ¿Por qué creer en una organización que actúa como guardián de la moral universal pero protege a violadores de niños? ¡Que responda Benedicto XVI!
El escándalo logró perturbar la serenidad papal. El silencio ante la controversia se volvió pena, luego disculpa y finalmente auto reproche. Benedicto XVI declaró esta semana que los verdaderos enemigos de la Iglesia están dentro de ella. Y aunque llevaran siglos ahí, la confesión es digna de reconocimiento por venir de una institución que podríamos considerar de ‘lento aprendizaje’.
Los temas prohibidos explotan con el tiempo. Hablar de ellos requiere valentía cuando no están en boca de todos. Por eso el buen periodismo es visionario y atrevido. Por eso la prensa libre huele a inconformidad, porque las vergüenzas del presente no deben ignorarse por el bien del futuro.
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