miércoles, 25 de agosto de 2010

Burla al altruismo

Acartonada, predecible y fallida. Así fue la primera emisión de Iniciativa México, reality show que se legitima con instituciones académicas y es impulsado por los principales medios de comunicación en el país con el apoyo del gobierno federal.

El producto final no estuvo a la altura de las expectativas generadas por su intensa campaña publicitaria. Acertamos quienes anticipamos que el proyecto sería una patética mezcla entre el Teletón, La Academia y Bailando por un sueño.

Durante casi 3 meses, los televidentes fuimos bombardeados con spots de Iniciativa México en los cortes comerciales y los noticieros estelares. Los mensajes comenzaron con Javier Aguirre y terminaron con Salma Hayek. En ese tiempo prevaleció un discurso motivacional burdo, gastado y con tintes nacionalistas. Abundaron los llamados a la unidad y a la esperanza en un futuro mejor.

El programa del domingo fue conducido por Sergio Sarmiento y Carlos Loret de Mola. Un personaje gris en pantalla y un comunicador más cercano a la teatralidad que al periodismo, respectivamente. La rigidez del guión acentuó la artificialidad del programa.

¿Quiénes son los protagonistas de Iniciativa México? Filántropos que buscan exposición pública y el premio final de 2 millones de pesos. Los perfiles de los participantes en la primera emisión iban desde una mujer cuya felicidad consiste en que los enfermos terminales mueran en paz, hasta una monja extranjera que vive en una cárcel en Tijuana por su propia voluntad.

Los conductores se dedicaron a insistir en la seriedad del programa y a reiterar hasta el cansancio los números telefónicos para que la audiencia votara; lo mismo que harían Alan Tacher y Adal Ramones. Iniciativa México es un espectáculo televisivo y ya. ¿Por qué empeñarse en negarlo? ¿Por qué presentarlo como un esfuerzo social e histórico?

El papel más sucio lo juegan la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional y el Tecnológico de Monterrey. Este reality show duele porque las universidades de mayor prestigio se montaron en un fraude y participan abiertamente en la crisis de credibilidad de las instituciones en el país. Todo esto lo avala el gobierno y lo aplauden los intelectuales.

Iniciativa México es el ejemplo perfecto de la simulación convertida en parodia. El concurso mezcla lo falso con lo serio, el desprestigio con la confianza, y premia a ciudadanos que se benefician personalmente de las omisiones del Estado. Es además una burla al altruismo.

¿2 millones de pesos al ganador? Si lo de ayudar a México fuera en serio, los medios de comunicación aportarían mucho más que el costo de un par de comerciales. El problema de fondo es la defensa casi religiosa de la caridad en nuestra cultura. ¡Cómo si fuera inmoral criticar los “goles por la educación” de Televisa! Cuando queda claro que es un asunto de imagen, de mínimo esfuerzo, de simple mercadotecnia.

Iniciativa México continuará sus transmisiones durante varias semanas. Su éxito está garantizado por una audiencia irreflexiva que sigue creyendo en todo tipo de engaños. Retomo lo que escribí hace unas semanas: “Con tantas instituciones y personas apoyando un fraude como Iniciativa México, el país pronto entrará en una fase de incredulidad total”.

miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Supremo avance?

La Suprema Corte es una institución de lucidez intermitente. A diferencia de otras manifestaciones del Estado que perdieron hace mucho su funcionalidad o credibilidad, la más alta instancia judicial del país ha administrado su imagen mediante una actuación ambivalente, una combinación de aciertos y errores que la vuelve impredecible y provoca tanto esperanza como frustración.

La última decisión de los ministros es el tema de la semana: la validación de adopciones por parte de parejas del mismo sexo. La sorpresa es que, de un momento a otro, México se presenta como un país progresista, fiel al espíritu de sus leyes y al mismo tiempo a la vanguardia de la legislación internacional.

Pese a los calambres producidos por una moral intolerante y excluyente, y a la violenta verborrea de los más conservadores, los homosexuales no sólo podrán contraer matrimonio, sino formar una familia con el respaldo obligado de las instituciones gubernamentales. Todo esto parecía imposible, incluso hace menos de un año –a finales de noviembre- cuando el PRD presentó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal la primera iniciativa con este objetivo.

Parecía entonces un acto electorero. Pero los protagonistas de esta batalla no son los políticos, sino los miembros de una minoría que tomó la valiente decisión de visibilizarse en un entorno adverso para reclamar sus garantías individuales. Es una larga historia de activismo, de firmeza ante la discriminación, que representa un avance aunque no lo sea en el sentido más amplio. De igualdad de derechos se hablaba desde el siglo pasado…

En realidad hay un retraso: un retraso en la aplicación de los principios que teóricamente guían al país. Lo dijo el ministro Arturo Zaldívar; de haber prohibido que las parejas homosexuales adoptaran, la Corte habría “constitucionalizado la discriminación”. ¡Lo que nos faltaba! Aún creyendo que se trata de un avance, las reacciones que genera dejan un sabor amargo. La esperanza se desdibuja cuando la Edad Media habla a través de influyentes líderes sociales y morales de este milenio.

Es una “aberración”, sostiene el arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez. “¿A ustedes les gustaría que los adopten una pareja de maricones o lesbianas?”, preguntó el religioso a un grupo de reporteros. Si a Íñiguez le preocupan los “maricones”, ¡que los expulse de su Iglesia! Esa es su única jurisdicción. Ni hablar de amor al prójimo, de compasión o juicio divino, porque eso de “al César lo que es del César” sólo aplica cuando les conviene.

Se ha confundido el púlpito con las tarimas, las misas con mítines. Los asuntos terrenales han invadido los sermones. La Iglesia Católica en México optó por dedicarse a la política y se equivocó. Además de la separación Iglesia-Estado, habrá que recordarles que las acusaciones sin fundamento y las declaraciones discriminatorias tienen consecuencias legales en el país.

Mientras tanto, la Suprema Corte seguirá ahí con sus aciertos y errores, jugándose el apoyo de la opinión pública en cada sesión. Y los homosexuales podrán casarse y tener hijos, ejerciendo los derechos que la Constitución les garantizaba desde el día en que nacieron.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Los federales en Juárez

El colmo de un gobierno que abusa de las soluciones policíacas es perder el control de su policía. Si en México los problemas sociales de toda índole se resuelven con la fuerza pública y si la administración en turno decidió que el tema del sexenio sería su lucha por la seguridad, no hay peor escándalo que la corrupción al interior de corporaciones federales.

Este fin de semana estuve en Ciudad Juárez para dar seguimiento a la rebelión de elementos de la Policía Federal contra sus mandos. Fue la nota del fin de semana: cerca de 300 uniformados se amotinaron el sábado en un hotel del que sacaron a golpes a uno de sus comandantes y lo acusaron –junto a tres jefes más– de exigirles cuotas y vincularse con el crimen organizado.

La Secretaría de Seguridad Pública informó que los cuatro acusados habían sido relevados de su cargo y que serían investigados por la PGR. Según la dependencia, los elementos inconformes seguirían patrullando las calles de Juárez, aunque hubo versiones sobre su traslado al Distrito Federal. Finalmente la Policía aceptó que un “grupo de personas instigadoras” fue segregado por insubordinación. No precisó el número.

Esto es gravísimo. Ciudad Juárez sigue siendo la capital de la violencia en el país, aunque las fuerzas federales llegaran ahí en abril del 2008 como parte del “Operativo Conjunto Chihuahua”. La desconfianza en las corporaciones locales y su ineficacia eran parte de la argumentación. Desconfianza e ineficacia. Estos temas ya alcanzaron a la Policía Federal, principal responsable de la estrategia de seguridad tras el retiro paulatino del Ejército.

Juárez es la sombra de aquel municipio vibrante que fue: casas abandonadas, negocios cerrados y el temor de miles de familias que prefieren quedarse en casa. Los retenes han disminuido desde la explosión del coche bomba hace unas semanas, pero agentes federales continúan recorriendo las vialidades con sus armas largas.

Me sorprendió descubrir que muchos juarenses prefieren el regreso del Ejército. ¡La militarización parcial de un territorio es más noble que los federales! La Policía Federal no ha sido precisamente ejemplar, la población lo sostiene y los hechos del sábado lo comprueban. Algún día le cambiarán de nombre.

El tema es incómodo para la secretaría encabezada por Genaro García Luna. ¿Cómo apagarlo en los medios? Negar y fabricar: las artimañas favoritas de las oficinas de Comunicación Social. Bloquear las peticiones de información y luego distraer a la prensa con algo. ¡Qué mejor que un impresionante operativo sin resultados en Bosques de las Lomas!

El gobierno federal ofrece un espectáculo policiaco en una zona acaudalada del Distrito Federal a cambio de opacar un asunto que le incomoda. Ese fue el trueque implícito con los medios nacionales. Lo de Juárez se estaba investigando y escaseaban los datos. El problema en México es que las investigaciones inician o continúan pero casi nunca concluyen. Al menos mediáticamente.

Ese jaloneo entre el gobierno y los medios abre una brecha: la desinformación. ¿Por qué? Porque una noticia irrelevante pero vistosa puede quitarle atención a otra de verdadera importancia. En esa batalla permanente entre ocultar e informar, entre la negligencia de unos y el oficio de otros, la sociedad pierde. Si no, pregúntenle a los juarenses.

miércoles, 4 de agosto de 2010

México rojo

¿De qué sirve un diálogo sin verdadera interlocución? Con la participación de líderes empresariales, organizaciones civiles, comunicadores, académicos y líderes religiosos concluyeron los “Diálogos por la Seguridad” convocados por el presidente Felipe Calderón. Al final se trató de un dèja vu de eventos similares que, desde el pasado, no han contribuido a mejorar el presente.

La dinámica es a prueba de fallas. Una postura inicial del anfitrión y varias rondas para que los invitados utilicen el micrófono. Salvo algunas excepciones, faltaron las réplicas e interrupciones naturales en cualquier debate, pero sobraron los lugares comunes: los llamados a la unidad, a la corresponsabilidad, al fortalecimiento institucional y a que las autoridades cumplan sus obligaciones. Nada más.

Fungir y fingir. El secretario de Gobernación, Francisco Blake, fungió como moderador de las mesas. El presidente fingió poner atención y se limitó a sus notas. Los participantes del lunes pidieron que el encuentro trascendiera, que no quedara en una nota de televisión. ¿Qué esperaban? ¿Un súbito cambio de estrategia? ¿Una disculpa del gobierno federal por los 5 meses más violentos del sexenio?

Al contrario. La administración de Felipe Calderón se legitima con el espectáculo mediático que muestra apertura y consideración aunque no haya intención de modificar el rumbo. En realidad, el mandatario dejó claro su objetivo desde el primer diálogo: que la operación fallida que dirige se mantenga después del 2012. “México requiere una política de seguridad que trascienda a una administración”, señaló.

En estos diálogos, el CISEN informó que el número de asesinatos en la “guerra contra el narcotráfico” llegó a 28 mil. ¡Y vamos por más! La escandalosa cifra es idéntica al número de bajas que tuvo el ejército de la Unión durante la batalla de Gettysburg en 1863; un episodio que los historiadores consideran el más cruento de la Guerra Civil Estadounidense. Nos hemos acostumbrado a la masacre, al recuento de ejecuciones, a las imágenes desgarradoras de una historia que se escribe con sangre.

En noviembre de este año, los californianos en Estados Unidos votarán por legalizar el cultivo, el transporte y la venta de marihuana. Esas actividades seguirán costando miles de vidas en México. Alguien se lo dijo a Calderón durante el foro. Y aunque el presidente expresó que la propuesta de regular ciertas sustancias debe analizarse, adelantó las “consecuencias negativas” de la medida. ¿Hay algo más negativo que sostener una prohibición que alimenta un mercado negro administrado por matones?

Legales o no, las drogas están en todos lados. Si el gobierno federal pretende que “la droga no llegue a tus hijos” ha fracasado rotundamente. ¿Por qué no apostar por la regulación? Los niveles de violencia en el país se han incrementado exponencialmente desde el 2006. Si –como lo ha dicho- el presidente de la República lucha por la tranquilidad de los mexicanos, también ha sido derrotado. ¿Por qué insistir en una estrategia que justifica la militarización y las muertes de inocentes?

La violencia generada por el narcotráfico puede eliminarse cambiando el status legal de las sustancias que la generan. Ese es el fondo. Si sólo se atacan las manifestaciones del fenómeno pasarán los años, seguirán las drogas, las muertes, los conteos, las excusas y los diálogos…