Me lleva “La Tuta”… le dieron formal prisión a “El Azul”, cabecilla de la banda de “Los Rojos”, y “Los Tiras” no fueron quienes los detuvieron, sino una agrupación posiblemente vinculada a “Los Petriciolet” que podría ser cómplice de “La Flor” en al menos seis secuestros. Esta última banda, donde operaba “La Lore”, estaba liderada por “El Apá”, que pese al apodo no tiene nada que ver con “La Familia”. ¡La justicia en México parece una telenovela!
La prensa se ha vuelto cómplice del show de las presentaciones y los detenidos, de autoridades más interesadas en las fotografías que en los juicios, en las declaraciones que en las pruebas. ¿Cuántos de esos presuntos asesinos, secuestradores o narcomenudistas terminarán tras las rejas? Poco importa y quizá no lo sabremos. El seguimiento noticioso a mediano y largo plazo es una práctica en extinción.
Un colega me platicó el recorrido que hizo en algunas casas de seguridad en el Distrito Federal hace unos días. En uno de estos lugares, donde la policía había detenido a un grupo de secuestradores, el periodista pidió a una vecina su versión de los hechos. La mujer reveló que fue agredida por los uniformados y presentada ante los medios como una delincuente. Sosteniendo un periódico con su fotografía, explicó que la liberaron horas después por falta de pruebas.
Cuando trabajaba como reportero en un medio local, fui testigo de otra modalidad: la del detenido que no es consignado porque los familiares son extorsionados para entregar dinero. En esa ocasión, el celular de un narcomenudista no dejaba de sonar y pedí autorización a los uniformados para responder a la llamada con el objetivo de grabar la forma en que sus clientes le pedían la droga. Así descubrí que la comunicación insistente era de la madre del supuesto infractor, angustiada por no reunir la cantidad que los policías le pedían.
Ha sido inaugurada la era de los “alias”. El gobierno federal ha convertido al crimen organizado y sus principales figuras en material digno de la prensa de espectáculos. Hoy, salir en televisión y ser conocido en todo el país es tarea fácil: se requiere de talento para burlar a las autoridades y algún apodo. “El Inocente” es mi sugerencia: “¡Encarcelan a ‘El Inocente’ y su banda!” se leería en los titulares. Quizá de esa manera podría evidenciarse la cobertura ciega de personajes detenidos.
La prensa debería ignorar las capturas y privilegiar las consignaciones. Así, se reducen las posibilidades de exhibir como transgresores a ciudadanos inocentes y de que se negocie la libertad de criminales una vez que fueron fotografiados. Los periodistas tienen la obligación moral de investigar en qué terminaron las detenciones que reportaron. De lo contrario, se prestan a la propaganda y a la falsedad. Si el énfasis noticioso pasa de las aprehensiones a la prisión, sólo habría show a la hora de los verdaderos resultados
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