Confieso que fue imposible reprimir la carcajada que me provocó el optimismo presidencial del martes pasado. En un discurso con motivo del aniversario de las Leyes de Reforma, Felipe Calderón afirmó enfático que México es “una de las naciones con mayor libertad de expresión de ideas y de comunicación, sin restricción alguna”. De corta memoria, el mandatario olvidó que el último en gritarle “¡No hay libertad!” fue detenido por el Estado Mayor.
Nelson Vargas se equivocó cuando, ese mismo día, fue entrevistado de forma extrañamente simultánea en los informativos nocturnos de Televisa y TV Azteca a nivel nacional. El empresario que sufrió el secuestro y muerte de su hija lamentó que el país se esté desmoronando. Sin embargo, invitó a la sociedad a confiar en las autoridades, en el presidente. “Si no ¿en quién creemos?”, preguntó.
En nadie, respondería yo, menos en un político. ¿Quién fue el último en ganar nuestra confianza y en qué terminó la historia? La necesidad de “creer en alguien” invocada por Vargas es el negocio de unos y la desgracia de otros.
Tras numerosas decepciones y a partir del ejercicio periodístico, he descubierto que la verdad en las declaraciones de un político se encuentra en la inversión de su sentido. Como en toda regla hay excepciones, pocas y honrosas. Lamentablemente para los demás, para los mentirosos, los hechos pueden más que las palabras. Los ejemplos sobran:
¿Cuánto tiempo se dijo que en Puebla no había presencia del crimen organizado, que era un “estado de paso”? Esta semana el discurso cambió radicalmente ante la detención de presuntos “Zetas” en un centro comercial de San Pedro Cholula. Ahora sí, resulta que la delincuencia está por todas partes y nadie se salva. Como si fuera novedad.
A nivel nacional, escucharemos a Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México, negando que se desvíen recursos para promocionar su imagen. Como si las investigaciones difundidas por el periodista Jenaro Villamil necesitaran confirmación, las revelaciones de un periodista español reavivaron la controversia.
José María Siles, director de una agencia de noticias con sede en Bruselas, fue contratado por Televisa para realizar la cobertura del Foro Mundial del Agua en marzo de este año. Se le pidió especial énfasis en la figura de Peña Nieto, quien según su contacto en la televisora será “el próximo presidente de México”. En días recientes, el informador denunció que no sólo siguen sin pagarle sino que pretendían hacerlo con el erario mexiquense. ¿Van a seguir negándolo?
La regla de las declaraciones invertidas puede aplicarse también a César Nava y su desmentido permanente del dedazo presidencial. ¡Vaya! Elija usted su tema y personaje favorito, el margen de error es mínimo. Cambiemos los aplausos por las preguntas, la justificación por la exigencia. Dejemos de creer y cuando los políticos padezcan los efectos, buscarán recuperar la confianza. Eso nos conviene a todos.
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