miércoles, 4 de agosto de 2010

México rojo

¿De qué sirve un diálogo sin verdadera interlocución? Con la participación de líderes empresariales, organizaciones civiles, comunicadores, académicos y líderes religiosos concluyeron los “Diálogos por la Seguridad” convocados por el presidente Felipe Calderón. Al final se trató de un dèja vu de eventos similares que, desde el pasado, no han contribuido a mejorar el presente.

La dinámica es a prueba de fallas. Una postura inicial del anfitrión y varias rondas para que los invitados utilicen el micrófono. Salvo algunas excepciones, faltaron las réplicas e interrupciones naturales en cualquier debate, pero sobraron los lugares comunes: los llamados a la unidad, a la corresponsabilidad, al fortalecimiento institucional y a que las autoridades cumplan sus obligaciones. Nada más.

Fungir y fingir. El secretario de Gobernación, Francisco Blake, fungió como moderador de las mesas. El presidente fingió poner atención y se limitó a sus notas. Los participantes del lunes pidieron que el encuentro trascendiera, que no quedara en una nota de televisión. ¿Qué esperaban? ¿Un súbito cambio de estrategia? ¿Una disculpa del gobierno federal por los 5 meses más violentos del sexenio?

Al contrario. La administración de Felipe Calderón se legitima con el espectáculo mediático que muestra apertura y consideración aunque no haya intención de modificar el rumbo. En realidad, el mandatario dejó claro su objetivo desde el primer diálogo: que la operación fallida que dirige se mantenga después del 2012. “México requiere una política de seguridad que trascienda a una administración”, señaló.

En estos diálogos, el CISEN informó que el número de asesinatos en la “guerra contra el narcotráfico” llegó a 28 mil. ¡Y vamos por más! La escandalosa cifra es idéntica al número de bajas que tuvo el ejército de la Unión durante la batalla de Gettysburg en 1863; un episodio que los historiadores consideran el más cruento de la Guerra Civil Estadounidense. Nos hemos acostumbrado a la masacre, al recuento de ejecuciones, a las imágenes desgarradoras de una historia que se escribe con sangre.

En noviembre de este año, los californianos en Estados Unidos votarán por legalizar el cultivo, el transporte y la venta de marihuana. Esas actividades seguirán costando miles de vidas en México. Alguien se lo dijo a Calderón durante el foro. Y aunque el presidente expresó que la propuesta de regular ciertas sustancias debe analizarse, adelantó las “consecuencias negativas” de la medida. ¿Hay algo más negativo que sostener una prohibición que alimenta un mercado negro administrado por matones?

Legales o no, las drogas están en todos lados. Si el gobierno federal pretende que “la droga no llegue a tus hijos” ha fracasado rotundamente. ¿Por qué no apostar por la regulación? Los niveles de violencia en el país se han incrementado exponencialmente desde el 2006. Si –como lo ha dicho- el presidente de la República lucha por la tranquilidad de los mexicanos, también ha sido derrotado. ¿Por qué insistir en una estrategia que justifica la militarización y las muertes de inocentes?

La violencia generada por el narcotráfico puede eliminarse cambiando el status legal de las sustancias que la generan. Ese es el fondo. Si sólo se atacan las manifestaciones del fenómeno pasarán los años, seguirán las drogas, las muertes, los conteos, las excusas y los diálogos…

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