El presidente de la República se volvió profesor de periodismo. El maestro Calderón instruyó a los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que se reunieron en Yucatán esta semana. El mandatario aprovechó sus intervenciones para negar la censura, celebrar la crítica y defender la libertad de expresión. Pero también para pedir mesura, justificar la alabanza y sugerir reglas.
México no tiene cara para recibir a la SIP, aunque un par de párrafos sacaron a Calderón del apuro. Habló de la derogación de los delitos de calumnia y difamación, de la Fiscalía Especial y del nuevo comité de protección a periodistas. Una reforma legal y dos creaciones burocráticas le permitieron distraer la atención de otro tema: los ataques y amenazas a los medios de comunicación en su administración.
El maestro Calderón respondió las dudas mucho antes que las preguntas, y entonces inició la clase. En lugar de un pizarrón, una pantalla gigante; en lugar de notas, un apuntador; en lugar de estudiantes, un grupo de empresarios, reporteros y activistas. Y en sustitución del profesor de periodismo, un político electo. Aquí un fragmento del Manual de Periodismo de Felipe Calderón:
1. Úsese otro manual en tiempos de paz y estabilidad. Según Calderón, los tiempos violentos que aquejan al país requieren nuevas reglas para el quehacer periodístico. Así lo dijo: "Ante el enemigo común, es claro que nuestro país necesita también el apoyo de los medios de comunicación y sus periodistas para alcanzar mejores resultados en la lucha por la seguridad". En lugar de informar o cuestionar, los medios deberían acompañar y apoyar.
2. La prensa tiene la obligación patriótica de mejorar la imagen del gobierno. Calderón lo ejemplificó con el sistema de justicia: hay que creer en él para que funcione y no al revés. Si los medios fueran optimistas, los ministerios públicos, procuradurías y juzgados serían eficientes: "Necesitamos trabajar mucho en los temas de la propia percepción de la sociedad, y en la amenaza creíble del Estado que, precisamente, persigue y castiga a los delincuentes". La impunidad merece el aplauso de los medios.
3. Los criminales no merecen atención a menos que se mueran... o los arresten. Los medios no deberían informar sobre ciertos temas, especialmente si refuerzan la idea de que el Estado ha perdido el control de regiones enteras. "Es necesario informar, por ejemplo, sin hacer apología del crimen, evitar hacer el juego a la agenda mediática de las organizaciones criminales". Un periodismo que refleja la realidad de su país no le sirve al Estado.
Las recomendaciones del presidente son insultantes para el gremio. Van contra su formación y objetivos, contra sus responsabilidades y alcances. Los informadores no estamos aquí para acompañar a nadie, ni para alterar percepciones, ni para omitir hechos. Un Manual de Periodismo diría todo lo contrario, por eso Calderón tiene el suyo.
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