miércoles, 12 de enero de 2011

Arizona y Fox

Estados Unidos está dividido. Peligrosamente dividido. La oposición política de un sistema bipartidista ha terminado en una guerra interna, en un embrollo dicotómico producido por visiones extremas. Ahí nació el odio, se normalizó la intolerancia y el verbo aniquilar se justificó en la prensa; todo esto en un país donde las armas se venden a la menor provocación. Política, odio y municiones: combinación explosiva.

La frágil tranquilidad de los estadounidenses se perturbó el fin de semana. Eran las 10 horas del sábado, cuando un joven de 22 años abrió fuego durante un mitin en Tucson, Arizona. Mató a seis personas e hirió a 14, entre ellas a una legisladora del partido demócrata. Y en el centro del debate: los motivos del homicida, sus influencias ideológicas, el discurso intolerante de algunos políticos y su difusión en la prensa, especialmente a través de medios conservadores como Fox News.

Curiosamente, Fox News se llevó la cobertura. Entre las opciones ofrecidas por la televisión de paga, no hubo mejor canal para seguir el curso de los acontecimientos. Transmisión especial, entrevistas a testigos y especialistas, enlaces con corresponsales, actualización constante de la información, debate y contexto. En resumen, la nota abordada desde todas sus aristas. A esto agregamos el factor oportunidad, la experiencia del equipo y una infraestructura presumible.

A las 16:00 horas del día de la masacre, los ratings llegaron al punto máximo: dos millones 800 mil televidentes. Basta imaginar a esa cantidad de personas fijando su atención en la misma pantalla para entender el éxito de la transmisión. Otras cadenas se quedaron atrás. Las cifras de Nielsen Company señalan que CNN y MSNBC se ubicaban -la tarde del domingo- en un millón 266 mil espectadores y 621 mil, respectivamente. Esto mientras Fox superaba tranquilamente a CNN por medio millón.

Sin embargo, el canal propiedad de News Corporation mantuvo su patrocinio al discurso de odio de Glenn Beck, una de sus figuras más grotescas. El conductor, a quien ya hemos criticado en este espacio, inició su programa doliéndose por las muertes en Arizona, especialmente por la pequeña Christina Green de 9 años.

Después regresó a lo de siempre: a su descalificación de los liberales, al maniqueísmo que incita al miedo. Beck, es uno de los desinformadores más populares de Estados Unidos. Sus advertencias sobre la “gente peligrosa” –que en el pasado han señalado directamente a México- sobrevivieron a la tragedia en Tucson.

Paul Krugman, académico de Princeton, escribió hace unos días en el New York Times: “El punto es que en una democracia hay lugar para la gente que ridiculiza y condena a los que están en desacuerdo con ellos. No hay lugar alguno para la retórica de eliminación, para insinuar que los que se encuentran del otro lado deben ser eliminados del debate por cualquier medio”.

Nadie le quita a Fox News el mérito por su esfuerzo técnico y humano de esta semana. Sin embargo, queda el sabor amargo de los mensajes que ha transmitido y que efectivamente contribuyen a la polarización que culmina en violencia. En el caso Arizona, ¿Fox News terminó beneficiándose de lo que indirectamente provoca? Sin duda.

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