En el 2011 habrá dos grandes historias políticas que contar o seguir en los medios. Hacia finales de año el tema obligado será el 2012 y sus candidatos. Pero antes de que las elecciones presidenciales eclipsen la agenda, un asunto tendrá ocupados a los periodistas durante los próximos meses: la sucesión de Enrique Peña Nieto en el Estado de México.
Serán los comicios locales más nacionales de la historia. En primer lugar por su relación con la carrera presidencial: los resultados en territorio mexiquense no sólo servirán para que los partidos midan fuerzas, serán entendidos como la evaluación al desempeño de un gobernador que también es el candidato más visible en la estrategia del PRI para regresar a Los Pinos.
Además de su vinculación con el 2012, el proceso electoral en el Estado de México recibirá mayor atención por razones que obedecen a su densidad demográfica y a su cercanía con la capital del país. Con respeto a los colimenses, tlaxcaltecas e hidrocálidos: los medios abren más espacios a algunas ciudades que a sus estados. Lamentablemente, la prensa nacional sigue anclada al Valle de México.
¡Hasta en Yucatán tendrán que soportar las ocurrencias de los políticos mexiquenses! Y es que el proceso fue descalificado mucho antes de que iniciara. Los dirigentes de oposición abrieron fuego contra los consejeros del Instituto Electoral y cuestionaron la imparcialidad del árbitro. El domingo pasado, cuando inició formalmente el calendario de los comicios, las posturas del PAN y el PRD aportaron más elementos a la tesis de los “dados cargados”.
“Para nadie es un secreto los grandes montos presupuestales que el gobierno mexiquense destina a gastos de comunicación. Particularmente en medios electrónicos a través de los cuales se pudiera estar catapultando al delfín del gobernador”. Así habló ante el consejo general del IEEM el representante de Acción Nacional. Un consejero electoral respondió: “dejen de destruir y dedíquense a construir la Patria que todos merecemos”.
¡Guerra de instituciones! Sus protagonistas se disfrazan de víctimas y patriotas, pero todos defienden sus intereses. El reto para los medios es no caer en su juego. La dignificación del periodismo político requiere un mayor énfasis en las propuestas, aunque se sigan publicando las controversias. El problema es de origen: los partidos, aspirantes y candidatos dedican más tiempo a fabricar o contrarrestar campañas negras que en argumentar un plan de gobierno.
En el feudo peñanietista, la propaganda gubernamental estará prohibida durante el periodo de campañas, fijado en 45 días. Antes y después de eso, el gobernador aprovechará el tiempo para consolidar su popularidad y quedarse en la memoria. Volverá pronto para ganar o perder, para ser o no ser, pero volverá. Su nombre estará presente en la segunda gran historia del año; el desenlace lo sabremos hasta el próximo...
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