miércoles, 6 de mayo de 2009

Cruzada por los votos

Para infortunio de un electorado justificadamente apático, iniciaron las campañas políticas rumbo a las próximas elecciones. A la promesa (anunciada por regla y omitida por costumbre) de renunciar a la descalificación e impulsar propuestas "de altura" se agrega un elemento adicional: la necesidad de innovar los mensajes transmitidos en los medios de comunicación.

La obsolescencia de las viejas estrategias es evidente, aún más de aquellas cuyo producto final está destinado irremediablemente a convertirse en basura. Modificar el contenido de las campañas y replantear las tácticas de la retórica electoral son acciones prioritarias para motivar al ciudadano abstencionista y combatir la indiferencia rampante. La tendencia actual amenaza con restar legitimidad y aprobación a una generación de funcionarios electos por una mayoría en las urnas que -comparada con el grueso del padrón- es minoritaria en las calles.

Nunca antes en la historia de la democracia mexicana, el “factor Internet” había sido tan influyente en la conformación de la opinión pública. Contrario a las recientes hipótesis que asocian el interés de los políticos en la Web a la epidemia de influenza humana y sus restricciones sociales, este fenómeno surge naturalmente por el crecimiento exponencial en el número de usuarios.

Nadie con el mínimo conocimiento de cómo funcionan las redes sociales en Internet y los medios alternativos como los blogs, puede menospreciar su alcance. Sin embargo, este complemento no exime a los estrategas políticos de refrescar sus habilidades en la construcción de otros mensajes, como los spots televisivos que -pese a la magnitud de su impacto- resultan fútiles si reproducen esquemas desgastados.

La imagen del “hombre común”, que implica una explosión de estereotipos encarnada por actores, ha sido utilizada hasta el cansancio. Los candidatos desean mostrarse como cercanos a la gente y, al mismo tiempo, insinuar que son apoyados por diversos sectores sociales y productivos. Así veremos a los supuestos obreros, amas de casa, médicos y jóvenes cuyo respaldo a un partido político se sobreentiende por su posición frente a una cámara.

Otra argucia es la construcción de mitos cuyo propósito es coyuntural y por ende inmediato. Un ejemplo clásico es “la nueva envoltura”: el acto de presentar como novedoso a un producto sobradamente conocido. Así veremos al político estrenando cualidades y al partido renovado por la experiencia. Todo esto, en el trágico olvido de que el mismo platillo se sirvió en la elección anterior.

¿Cómo esperar que el electorado renueve ánimos si está vacunado contra mensajes que en el pasado resultaron engañosos? El verdadero reto de la política en las próximas semanas será la difusión creativa y efectiva de sus propuestas. De lo contrario, será imposible ocultar que nada ha cambiado, al menos hasta las próximas elecciones...

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