Era después de medianoche, hora en que la barra programática de la televisión se entrega de lleno a la charlatanería. Lunes 19 de julio: el canal 4 de Televisa transmitía el programa diario de la Iglesia Universal del Reino de Dios, conocida por el eslogan “Pare de sufrir”. El invitado especial: Rodrigo Medina, gobernador constitucional del estado de Nuevo León.
¡Interrumpan el fetichismo religioso! ¡Abran paso a las autoridades electas! El desfile de testimonios conducido por pastores brasileños que capitalizan la miseria de sus televidentes se convirtió en un programa de entrevista política. El mandatario priísta encontró un espacio cómodo para presumir los apoyos a los afectados por el huracán “Alex”.
¿Qué hacía el gobernador Medina en una emisión financiada por “mantos sagrados” y amuletos de Israel? Legitimarse. Peor aún: legitimarse con timadores. El acto muestra desesperación y no es para menos. Las afectaciones en Nuevo León han rebasado la capacidad del gobierno estatal. Medios nacionales han reportado la ira de los damnificados contra Rodrigo Medina, quien ha cancelado varios recorridos en la entidad. De ahí la conveniencia del púlpito virtual.
La Iglesia Universal del Reino de Dios surgió en Brasil el año 1977. Especialistas en sectas han advertido que su finalidad primordial es recaudatoria, aunque sus fieles sean atraídos con promesas de abundancia económica. Su estrategia mediática consiste en la transmisión de programas grabados en distintas televisoras y países.
Sobre la organización pesan acusaciones judiciales de lavado de dinero y conspiración, investigaciones periodísticas sobre el fraude de los diezmos y la prohibición del gobierno de Bélgica a lo que considera un “culto peligroso”.
En la historia de los llamados “nuevos movimientos religiosos”, el proceso de legitimación pasa por el reconocimiento de los gurús o líderes por parte de autoridades formales y no al revés. Un caso relevante fue el maestro espiritual del guitarrista Carlos Santana, Sri Chinmoy, quien adquirió notoriedad internacional luego de tomarse la foto con la princesa Diana, Nelson Mandela y Mikhail Gorbachev.
Por todo esto, la aparición del gobernador de Nuevo León en “Pare de sufrir” sorprende y preocupa. Revela la impotencia de un político ante los reclamos justos de sus gobernados y expone la complicidad del poder formal con la dictadura espiritual que continúa saqueando a los creyentes en cualquiera de sus manifestaciones. Una relación milenaria con nuevos instrumentos: los medios electrónicos de comunicación.
Habrá quienes argumenten que el culto brasileño efectivamente envió toneladas de alimento. Basta recordar que los oportunistas abundan después de cualquier catástrofe y que no por eso merecen reconocimiento. El tema no es la ayuda sino la falta de ella. La intención del acto es legitimarse -ganar adeptos o perder opositores- mediante la exhibición de cualidades humanitarias en la televisión.
La estrategia se repetirá mientras sea efectiva. Toca a los consumidores de medios analizar estos momentos. Cuando la pantalla muestre a un grupo de personas bondadosas que asisten a otras en desgracia, cabe preguntar: ¿quién es el mayor beneficiado? Casi siempre, la respuesta favorece a los donantes.
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