Cuando se hace desde el gobierno huele a censura, cuando viene de la sociedad civil resulta moralista o amateur, y cada vez se practica menos en la prensa. La crítica de medios en nuestro país es prácticamente nula, y eso conviene solamente a la mediocridad, la ignorancia y el desdén.
Ni la dictadura del rating ni la opinión de la audiencia a través de los canales disponibles, tienen la contundencia de un juicio público, informado y argumentado. Pareciera que hay déficit de especialistas, aunque paradójicamente miles de Comunicólogos egresan de las universidades cada año.
En México, la crítica de medios se asocia incorrectamente al periodismo de espectáculos. Quizá porque los programas televisivos de este tipo alcanzaron cierta fama -especialmente en la década de los noventas- por ridiculizar los contenidos que generaba la competencia. ¡Pero ya ni esto ocurre!
En la actualidad son pocos los espacios y las voces. Las mejores opiniones suelen ventilarse en medios especializados o de corte académico que por su naturaleza no llegan al “gran público”. En este sentido, los esfuerzos más destacados son del semanario Proceso, los canales ForoTV y Milenio Televisión. Los tres dedican un espacio semanal al análisis del tema.
En este periódico, el ejercicio cumple sus primeros dos años. Jueves a jueves, la columna “De medios, remedios” se propone encontrar el punto de convergencia entre los medios y la política. No se trata de sólo enjuiciar a los medios, sino de poner en contexto la agenda, evaluar su impacto y sugerir alternativas.
Esa fue mi propuesta a la dirección de El Heraldo de Puebla a finales del 2008. Y aunque al principio tenía dudas sobre la sostenibilidad temática del proyecto, más de 100 textos se han publicado en esta página. Aquí discutimos los temas de coyuntura, rechazamos la autocensura y disfrutamos el proceso.
Aunque el periodista por definición se niegue al protagonismo, de vez en cuando habla de sí mismo. Esta es la primera vez que “De medios, remedios” se lo permite. Lo hace a manera de breve pausa en el camino y con enorme gratitud a quienes permiten su continuidad, la siguen semana con semana o simplemente han detenido la mirada para leer un párrafo.
Por ellos, por ustedes -pero también por mí- el paso se mantiene. El compromiso es con las ideas, con 500 palabras que signifiquen y aporten algo, con un título atractivo, una entrada novedosa, un texto razonado y un final contundente. Esos son los criterios y las exigencias autoimpuestas. La fórmula ha funcionado hasta ahora.
Por lo pronto, y aprovechando las licencias concedidas para esta entrega, deseo a los lectores un excelente inicio de año. ¡Nos leemos el 2011!
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