Durante la luna llena, las ostras se abren completamente y los cangrejos aprovechan para tirar dentro de ellas alguna piedra o trozo de alga para evitar que se cierren, y así poder devorarlas. Leonardo da Vinci usaba este ejemplo para prevenir a los que abrían demasiado la boca. Su destino, decía el genio italiano, es terminar a merced de quienes escuchan.
“¿Hay periodistas aquí?” preguntó durante una reunión informal el candidato del PAN a la alcaldía de San Pedro Garza García, Nuevo León, uno de los municipios más ricos del país. Tras la respuesta negativa de los asistentes, el político aseguró -en un acto de verborrea incontrolable- que había pactado con narcotraficantes para mantener la paz y la seguridad.
Mauricio Fernández continuó con lo que después él mismo calificó de “espantosas confesiones”. Dijo que los hermanos Beltrán Leyva protegían la ciudad, que habían prohibido la entrada a “Los Zetas” y que sólo había que detener las “ventas obvias” de droga. Así consta en las grabaciones difundidas por Reporte Índigo y reproducidas por Carmen Aristegui en MVS Noticias.
La periodista entrevistó al declarante, quien también es empresario y trabajó para el poderoso Grupo Monterrey. Fernández negó sus dichos e iracundo despotricó contra Ramón Alberto Garza, director de Reporte Índigo. Argumentó que el responsable de esta revista electrónica estaba molesto por su negativa a firmar un contrato de publicidad. Ya lo dijo el columnista Miguel Ángel Granados Chapa: “como si Garza fuera un revistero extorsionador”.
La trayectoria de Ramón Alberto Garza incluye importantes posiciones en los periódicos de Grupo Reforma, en Televisa y El Universal. Sin embargo, el coraje del candidato lo llevó a demandarlo penalmente; la primera denuncia de su tipo contra un periodista que publica en Internet. “Si te muerde un perro, denuncias al dueño del perro”, explicó el panista.
La historia se repite: el político se equivoca pero la prensa es culpable. Esta coartada huele a podrido y nunca funciona, el caso Puebla es un antecedente directo. Los periodistas trabajan con dichos y hechos. Una investigación que probara el vínculo entre Mauricio Fernández y el cártel de los Beltrán Leyva hubiera sido complicada y laboriosa. En cambio, el candidato decidió regalar su desprestigio confiado en que a las palabras “se las lleva el viento”. ¿Y las grabadoras?
El episodio en Nuevo León pone en duda, nuevamente, la “Guerra contra el narcotráfico” y las declaraciones de Germán Martínez, líder nacional del PAN, quien niega pactos entre sus candidatos y el crimen organizado.
No estaría de más que las figuras públicas dominaran lo que el estratega Robert Greene ha llamado el arte de decir siempre “menos de lo necesario” en su libro “Las 48 leyes del poder”. A más palabras, mayor vulnerabilidad y como dijera Jean-Francois Paul de Gondi -político del siglo XVII- “es más perjudicial decir tonterías que cometerlas”.
“¿Hay periodistas aquí?” preguntó durante una reunión informal el candidato del PAN a la alcaldía de San Pedro Garza García, Nuevo León, uno de los municipios más ricos del país. Tras la respuesta negativa de los asistentes, el político aseguró -en un acto de verborrea incontrolable- que había pactado con narcotraficantes para mantener la paz y la seguridad.
Mauricio Fernández continuó con lo que después él mismo calificó de “espantosas confesiones”. Dijo que los hermanos Beltrán Leyva protegían la ciudad, que habían prohibido la entrada a “Los Zetas” y que sólo había que detener las “ventas obvias” de droga. Así consta en las grabaciones difundidas por Reporte Índigo y reproducidas por Carmen Aristegui en MVS Noticias.
La periodista entrevistó al declarante, quien también es empresario y trabajó para el poderoso Grupo Monterrey. Fernández negó sus dichos e iracundo despotricó contra Ramón Alberto Garza, director de Reporte Índigo. Argumentó que el responsable de esta revista electrónica estaba molesto por su negativa a firmar un contrato de publicidad. Ya lo dijo el columnista Miguel Ángel Granados Chapa: “como si Garza fuera un revistero extorsionador”.
La trayectoria de Ramón Alberto Garza incluye importantes posiciones en los periódicos de Grupo Reforma, en Televisa y El Universal. Sin embargo, el coraje del candidato lo llevó a demandarlo penalmente; la primera denuncia de su tipo contra un periodista que publica en Internet. “Si te muerde un perro, denuncias al dueño del perro”, explicó el panista.
La historia se repite: el político se equivoca pero la prensa es culpable. Esta coartada huele a podrido y nunca funciona, el caso Puebla es un antecedente directo. Los periodistas trabajan con dichos y hechos. Una investigación que probara el vínculo entre Mauricio Fernández y el cártel de los Beltrán Leyva hubiera sido complicada y laboriosa. En cambio, el candidato decidió regalar su desprestigio confiado en que a las palabras “se las lleva el viento”. ¿Y las grabadoras?
El episodio en Nuevo León pone en duda, nuevamente, la “Guerra contra el narcotráfico” y las declaraciones de Germán Martínez, líder nacional del PAN, quien niega pactos entre sus candidatos y el crimen organizado.
No estaría de más que las figuras públicas dominaran lo que el estratega Robert Greene ha llamado el arte de decir siempre “menos de lo necesario” en su libro “Las 48 leyes del poder”. A más palabras, mayor vulnerabilidad y como dijera Jean-Francois Paul de Gondi -político del siglo XVII- “es más perjudicial decir tonterías que cometerlas”.
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