El gobierno federal sigue impulsando la campaña de promoción turística “Vive México” con la complicidad de las televisoras. El nacionalismo emanado de las pantallas pretende resolver un problema provocado por las decisiones de quienes –desde la administración pública- hoy se lanzan al valeroso rescate del turismo y la economía.
Crear problemas para “resolverlos” después es la estrategia distintiva del gobierno en turno. El aumento al precio de los combustibles es el ejemplo perfecto: un tema que se negó en campaña, se aplicó de forma “escalonada” y luego fue suprimido por decreto presidencial en supuesto apoyo a las familias mexicanas. Esto cuando, irónicamente, el daño estaba hecho.
Lo mismo sucede con “Vive México”, una aglomeración de mensajes que representa el remedio a una enfermedad autoinducida. Felipe Calderón, firmante de la receta, fue cómplice del tiro de gracia a una economía tambaleante. En épocas de la contingencia sanitaria, el discurso que incitaba a resguardarse “en casa” durante cinco días frenó el flujo de efectivo y precipitó la peor etapa de la crisis.
El Ejecutivo federal, que irresponsablemente llamó a la parálisis para reforzar su posición de mando, apareció acompañado de figuras del espectáculo para invitar a descubrir las maravillas de México, un país cuya imagen ha sido golpeada internacionalmente con testimonios generados por el pánico que los medios nacionales han justificado con su oficialismo.
¿Por qué creer en artistas, cantantes y actores? Pensar que las voces de “Vive México” están comprometidas con la causa, nos obligaría a examinar las convicciones izquierdistas de Ana Gabriela Guevara, los pronósticos labastidistas de Juan Gabriel, los motivos de Angélica Rivera y la defensa de Chespirito al “gobierno del cambio”.
La dignidad del medio artístico se limita a los contratos y los acuerdos económicos. Las declaraciones de Raúl Araiza, actor e imagen del Partido Verde, representan la constante. Araiza dijo recientemente que no apoya la pena de muerte, ni las propuestas difundidas por el instituto político. Aseguró que su participación en la campaña fue producto de un casting que podría haberlo llevado a comerciales de Coca-Cola o Marinela. Para él, da igual.
Hablar de lugares, paisajes, olores y sabores, difundir las bellezas naturales y la gastronomía mexicana, e incitar al turismo con la colaboración de la prensa son las nuevas argucias de un sistema político cuya asfixia representa máximos históricos. ¿Qué corresponde a los ciudadanos? Analizar el entorno y decidir en consecuencia.
La vigencia de tácticas que, pese a su novedad, resultan poco efectivas, depende de la respuesta que a corto plazo demuestren los televidentes, radioescuchas y lectores. Las estrategias comunicativas deberán privilegiar, con el paso del tiempo, los hechos puntuales y comprobables. Las cortinas de humo, las caras sonrientes y la ignorancia de los errores propios tienen caducidad. ¿Hasta cuándo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario