La gratuidad de la información en Internet tiene los días contados. En esto coincidieron los representantes de medios de comunicación internacionales que se reunieron del 9 al 11 de marzo en los Emiratos Árabes Unidos.
El periodismo de calidad es costoso y no puede regalarse. Así lo manifestaron directores y editores durante la primera Cumbre de Medios en Abu Dhabi, evento en que participaron personajes como Eric Schmidt, presidente de Google; y Rupert Murdoch, principal accionista de News Corporation.
Murdoch -quien es propietario de los periódicos The Times y The Sun en el Reino Unido, además del Wall Street Journal y el New York Post- defendió la necesidad de cobrar los contenidos de Internet.
Su hijo y presidente de la compañía, James Murdoch, habló también durante la Cumbre. Aseguró que la reproducción no autorizada de contenidos originales es un robo que no puede ser tolerado.
“Debería existir el mismo nivel de santidad que rodea a una propiedad. El contenido no es diferente. (Los consumidores) No son niños traviesos. Deben ser sancionados”, sentenció el empresario.
Una propuesta distinta fue la de AllVoices.com, un sitio de noticias que publica reportes ciudadanos. En esta plataforma cualquiera puede consultar y enviar notas desde una computadora o teléfono celular.
Y aunque su credibilidad como fuente noticiosa sea discutible, el proyecto impulsa con éxito la democratización informativa; un fenómeno percibido como una afrenta desde la lógica empresarial.
La información tiene precio. La pregunta es quién lo paga. El paradigma actual en el negocio de los medios sugiere un balance entre publicidad y suscripciones: el dinero viene de los compradores y patrocinadores.
El problema de la regulación comercial de Internet es la inercia. El usuario -acostumbrado a la navegación ilimitada y sin condiciones- difícilmente aceptará la súbita imposición de tarifas a servicios que eran gratuitos. Pese a esto, la tendencia es restrictiva.
En México, el periódico Reforma ha mantenido durante años la decisión de proteger con contraseña el acceso a su portal de noticias. El tráfico es limitado pero genera recursos. Algunos textos burlan la restricción comercial y se cuelan a los blogs.
En contraste, El Universal optó por el libre acceso. La estrategia les ha ganado una posición privilegiada en el ranking de los sitios más visitados del país. Sin embargo, la saturación publicitaria no es suficiente para financiar el proyecto.
La complejidad del tema es evidente. A falta de fórmulas garantizadas es conveniente evitar los extremos: ni la cacería promovida por individuos como Murdoch, ni un esquema que trivialice –y por lo tanto asfixie- la profesión periodística.
El reportero ciudadano es un cómplice en la tarea de informar. No obstante, la labor central corresponde a la prensa. La credibilidad cuesta porque es un trabajo de tiempo completo.
El espíritu de la era de la información parece contrario al de la rentabilidad. En el sistema económico capitalista domina el acaparamiento, una práctica imposible ante el flujo incesante de datos en la Red.
El debate debe centrarse en la calidad y no en el precio. En la sobreabundancia de “noticias”, la calidad se vuelve necesaria. Esta necesidad permitirá una comercialización amplia que surja del compromiso informativo y no de una imposición que criminaliza al usuario para obtener beneficios.
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