miércoles, 7 de abril de 2010

Paulette

Con el cuerpo de la niña Paulette Gebara Farah se enterró también el lado humano del caso. Y aunque las investigaciones de su extraña muerte continúen, el proceso judicial es insuficiente para mantener vivo el tema en los medios.

No sólo porque el sigilo legal bloquea gran parte de la información sobre el tema, sino porque la Procuraduría del Estado de México no parece interesada en resolver el tema en el corto plazo. Las odas a la “ciencia” suplican paciencia. No habrá culpables en los próximos meses, a menos que haya sorpresas.

Si los hay será muy tarde. Lo suficiente para que el caso haya sido olvidado por la opinión pública. En los archivos de la desmemoria, Paulette ocupará un lugar junto a Diego Santoy “El asesino de Cumbres” y otros personajes surgidos de la magnificación televisiva que siempre caduca.

¿En algún punto la historia fue relevante? La desgracia familiar de una hija perdida nunca se cuela a los titulares y las primeras planas de la prensa nacional. ¿Por qué un rostro que podría aparecer en “Canal 5 al servicio de la comunidad” se coló al horario estelar?

Las conexiones del padre y la santa inactividad de un periodo vacacional son las respuestas. En realidad, el asunto explotó el día que se descubrió el cadáver de la niña en su habitación. Esto pese a que la madre había sido entrevistada en varias ocasiones sobre la cama de la menor.

En ese punto se mezclaron fuertes factores de interés: la intensidad de la indignación social, la morbosidad de la especulación, la fuerza de la nota roja y el fisgoneo ante la descomposición de la élite.

Los mexicanos son directores técnicos de nacimiento y ahora expertos en criminalística. La madre de Paulette se convirtió de un día para otro en una asesina, en un monstruo, en una mala actriz. Del padre nunca se habló porque su estrategia fue diferente: su único mensaje a los medios ocurrió el día del velatorio.

En las redes sociales en Internet circularon versiones en torno a la ropa con la que se encontró el cadáver de la pequeña: presuntamente aparecía doblada sobre la cama en imágenes difundidas días antes por Televisión Azteca. Twitter y Facebook se convirtieron en juzgados.

Se dijo también que el caso Paulette fue el primer torpedo contra Enrique Peña Nieto rumbo al 2012. Sin embargo, la tragedia de los Gebara Farah dista mucho de comprometer al gobernador del Estado de México, quien se limitó a respaldar a su procurador. Por el contrario, el caso es un excelente distractor.

Se consolida un subgénero televisivo: el reality judicial. Así lo considera Jenaro Villamil de la revista Proceso: “simula un periodismo de investigación en torno a un homicidio, un secuestro o algún delito que cimbre las emociones de las audiencias”, explica el periodista.

Como consumidor de noticias rechacé el tema. Como periodista tuve que subirme a él cuando participé en la cobertura. Agradezco que haya concluido y espero que pronto se rompa el círculo vicioso entre quienes comunican a partir de un supuesto interés y quienes terminan interesados porque es lo único de lo que se habla.

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