miércoles, 15 de diciembre de 2010

Isabel Miranda de Wallace

El reconocimiento institucional llegó tarde… como siempre. A más de 5 años del rapto de su hijo, la señora Isabel Miranda de Wallace fue galardonada con el Premio Nacional de Derechos Humanos. Una medalla, un diploma y una larga ovación fueron los estímulos a su incansable lucha contra el secuestro. Aunque parezca final feliz, el momento de gloria surgió de una verdadera tragedia familiar

Se trata de un premio que a ella no le hubiera gustado ganar. “Si México hubiera sido un lugar seguro y con un sistema judicial que realmente desincentivara el crimen, Hugo jamás hubiera sido secuestrado y yo no hubiera emprendido la causa que me hizo merecedora a recibir esta condecoración”, dijo en su discurso.

La señora Wallace se ha convertido en un ejemplo y en una esperanza para las víctimas del delito en México. Tanto que el gobierno mexicano terminó condecorando a un testimonio de su propia ineficacia, a una de sus críticas más visibles. Si el Estado cumpliera con sus obligaciones no habría necesidad de héroes o mártires, ni de personas que suplan sus funciones.

Al tomar la palabra, Isabel Miranda pidió al presidente la construcción de un memorial a las víctimas del secuestro, incluyendo a Hugo Alberto Wallace, Silvia Vargas y Fernando Martí. Pero Calderón no tomó en cuenta la propuesta durante su intervención y ante la insistencia de la premiada tuvo que regresar al micrófono. Pidió disculpas y luego expresó su beneplácito.

Quizá la imagen de la señora Wallace ha sido inflada en demasía por los medios. No es la primera ni la última madre justiciera. No obstante, su historia es relevante por la atención que atrajo y por la forma en que perseveró: se mantuvo cercana a las instituciones que no le daban respuesta, hasta lograr resultados.

“Estoy segura que las autoridades por sí solas nunca hubieran encontrado a los responsables del secuestro de mi hijo. Y por otro lado, yo sin las autoridades, hubiera tenido que hacer justicia por mi propia mano, alejándome de quien soy, convirtiéndome en un verdugo”, señaló.

El reconocimiento ya existía, aunque se haya materializado este miércoles en Los Pinos. Sin activistas como la señora Wallace, el país vagaría sin rumbo. La voz de la sociedad civil organizada es una brújula que orienta los esfuerzos de un aparato gubernamental que, de otro modo, no tendría razones para cuestionar su autocomplacencia ni ponderar su discurso.

Los políticos profesionales ya no tienen credibilidad. Es tiempo de los ciudadanos, de que figuras valientes e idealistas pongan el dedo en la llaga. Isabel Miranda de Wallace lo dijo bien: “Debemos lograr que los políticos sean más ciudadanos y que los ciudadanos sean más políticos”.

1 comentario:

  1. Les comparto mi poema, dedicado . . .

    A LA SALUD DE ISABEL MIRANDA

    En su nombre está la clave
    del porqué todo resiste,
    claro que el Señor es llave
    de la fuerza que le asiste.

    Siente paz en el sanar,
    es mariposa al buscar,
    medicina en mente ajena,
    ¡como soporta su pena!

    Anda, Isabel Miranda,
    que a la justicia le anda,
    ándale Isabel Miranda,
    que diosito a ti te manda.

    Ser ejemplo de constancia,
    valor y perseverancia,
    privilegias el ser madre,
    corazón que en llanto se abre.

    Que deshonra autoridades,
    que exhibida que les das,
    éstas solo son verdades,
    ¿política, que hay detrás?

    ¿Que no entiende todavía,
    la gris Procuraduría,
    que has expuesto así la vida,
    que te sangra roja herida?

    ¿Cinco años de indagatoria?,
    ¡el derecho está en la noria!,
    la maiceada a Señorías,
    aumenta sus canonjías.

    Dejas huella en las conciencias,
    cierras falsas apariencias,
    das al futuro esperanza,
    nueva ley, ¿tienes confianza?

    Lo has jurado, te has honrado,
    tu ser tan privilegiado,
    muy bendita eres mujer
    cumples siempre tu deber.

    Al amparo del eterno,
    dura lección al gobierno,
    pa’ l delito del secuestro
    recemos un padre nuestro.

    Has sufrido lo insufrible,
    has pasado lo indecible,
    la vergüenza del sistema
    se convierte en anatema.

    Has vencido a corrupción,
    para ti mi admiración,
    usa camino ascendente,
    avanzando hacia la gente.

    Ya tendrás tu recompensa
    de la sociedad que piensa,
    por lo pronto ten consuelo,
    porque tu hijo está en el cielo.

    ¿Que decir de Hugo Wallace?,
    que es un ángel, que sus alas
    te guiaron en tu calvario,
    que él te cuida, siempre, . . . a diario.

    Su entierro está en tu alma,
    logra con amor la calma,
    descansa en tardes serenas,
    esperemos buenas . . . nuevas.

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., a 08 de diciembre del 2010.
    Reg. INDAUTOR No. 03-2011-0909133538000-14

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