sábado, 28 de febrero de 2009

Obamanía

El romance entre Barack Obama y los medios de comunicación es una relación mutuamente ventajosa. El senador de Illinois no se hubiera entronado como presidente de los Estados Unidos sin una campaña mediática de proporciones históricas y la prensa norteamericana no habría disfrutado de mayor bonanza con ningún otro aspirante.

La llamada “Obamanía” revigorizó a los medios, especialmente a los impresos, sostiene la revista Newsweek. El día de las elecciones, el New York Times imprimió 440 mil copias adicionales a su tiraje, el USA Today 380 mil y el Chicago Tribune, en la ciudad natal de Obama, colocó más de un millón de copias. Los estadounidenses agotaron los diarios y revistas que daban cuenta del acontecimiento.

Por otro lado, el político originario de Hawai logró la simpatía de la prensa y destacó por su campaña en Internet; un tema ausente en la regulación electoral mexicana. Lo que el investigador Octavio Islas llama “el inteligente empleo de los nuevos medios digitales” fue, sin duda, un factor clave del triunfo demócrata. El hombre detrás de la estrategia fue, curiosamente, un joven de 25 años: Chris Hughes, egresado de Harvard y co-fundador de Facebook.

Los discursos de Obama conmovieron a electores y reporteros por igual. La funesta presidencia de George Bush y la urgencia de un cambio –realidades aprovechadas por el marketing demócrata- provocaron que muchos periodistas se involucraran en el fenómeno. John Harris, fundador de Politico.com, escribió que los corresponsales durante la campaña debían pasar por un proceso de “desintoxicación” antes de redactar cualquier nota. Muchos, decía Harris, quedaban impresionados por la astucia política del candidato.

La “Obamanía” rompió fronteras. En México, los medios de comunicación se esforzaron por vincular a Felipe Calderón con el primer “afroamericano” en ocupar la Casa Blanca. Ni la visita del republicano John McCain a la Basílica de Guadalupe causó tanto furor periodístico como la reunión –a todas luces infructuosa pero vistosa- entre Calderón y Obama el pasado 12 de enero. El mandatario mexicano aseguró que trabajaría “codo a codo” con su homólogo estadounidense y Joaquín López-Dóriga se tomó el tiempo para señalar en su noticiero que ambos son “zurdos”. Cercanía y coincidencias forzadas.

Si Hillary Clinton hubiera sido la ungida, habría sido igualmente aclamada por la prensa. Un presidente negro resulta novedoso si está envuelto en barras y estrellas, aunque no signifique el primer triunfo de las minorías en el mundo. Latinoamérica adelantó con las mujeres y los indígenas, Michelle Bachelet en Chile y Evo Morales en Bolivia. La historia de México podría ofrecer pistas sobre el futuro político de Obama. La figura de Vicente Fox representa el caso de un candidato carismático que vendió la esperanza de un cambio y ascendió al poder impulsado, particularmente, por la televisión.

Si bien Obama ha sido prudente en la presunción de cualidades mesiánicas, no debería descartar la posibilidad de terminar su periodo ridiculizado por los mismos medios que hoy lo elogian. Sus errores, aún minúsculos, corren el riesgo de agigantarse. ¡Desventajas de la popularidad!

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